El director de esta reivindicable película (Isao Takahata) es junto a Hayao Miyazaki, el cofundador del archiconocido Studio Ghibli. Pero la sombra de Miyazaki es demasiado larga y ha hecho que Takahata pase bastante desapercibido, a pesar de que la mejor película del estudio (“La tumba de las luciérnagas”) fue dirigida por él.
“El cuento de la princesa kaguya” es un majestuoso canto a la animación tradicional, al dibujo realizado a mano alzada y concretamente al bosquejo, por la animación que puede dar la sensación de estar inacabada. Pero nada más lejos de la realidad, esta preciosa animación se podría clasificar como impresionista, por su trato de la luz, el color y sus gruesas pinceladas. Aunque en ocasiones el dibujo cambia radicalmente y se vuelve expresionista, para así reflejar sentimientos tan potentes como el miedo o la ira.
Takahata ya había practicado esta estética abocetada en “Mis vecinos los Yamada” (aunque el resultado final era un tanto pobre y menos vistoso) y es que el Studio Ghibli siempre ha estado en contraposición a lo que actualmente se tiende: la animaciones realistas; algo idóneo para mejorar la experiencia vivida en los videojuegos, pero que no tiene mucho sentido en las películas o series, porque éstas si se pueden hacer en acción real.
Sin embargo, no solo la animación hace apología a la tradición, ya que el argumento no podría ser más tradicional al basarse en “El cuento del cortador de bambú”: un Denki-monogatari (relato fantástico) del siglo X considerado el texto japonés narrado en prosa más antiguo que existe.
Esta historia nos cuenta cómo el anciano cortador de bambú, al creer que los dioses le dictaminan que Kaguya debía ser una princesa y vivir como tal (porque los bambús además de haberle dado a su hija, le dan oro y sedas); dejan atrás su vida de campesinos y se mudan a una gran casa en la ciudad. Con ello consigue codearse con la nobleza y que los aristócratas quieran casarse con la bella Kaguya, pero en contra posición a lo que él creía, hace desdichada a su adorada hija.
Por ello esta película anime empodera la tradición, pero la del campesino que vive feliz y humildemente de lo que le otorga la naturaleza, no la de falsas apariencias y vacuos protocolos que imperaban en las altas esferas del Japón feudal.
Para finalizar, he de decir que el anime aquí reseñado, es un deleite para los sentidos, incluido el auditivo, ya que la banda sonora creada por el gran compositor y director de orquesta: Joe Hisaishi, se merece una mención especial.
Calificación:
ANIMACIÓN 9,00
GUION 8,00
Nota media 8,50
P.D. Ambos directores cofundadores del Studio Ghibli, se jubilaron en 2013 tras realizar: Takahata “El cuento de la princesa kaguya” y Miyazaki “El viento se levanta”.
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