En este anime anacrónico, se mezcla el antiguo Japón con el Hip-hop, una mezcla rara y cuanto menos curiosa ¿verdad? Pero una vez superados los prejuicios de ver un escenario tradicional con intrusismos de elementos modernos, todo empieza a cuajar y se siente como algo natural.
La trama es bastante sencilla: dos Ronin terminan en deuda con una chica y ésta les pide ayuda en su búsqueda de “el Samurái que huele como los girasoles”. Éste es el fin último de la obra y prácticamente hasta los tres últimos capítulos, se olvidan de él, es más una excusa argumental para juntar a tres personajes tan dispares: La joven Fuu, Mugen el vagabundo y Jin el samurái errante.
En episodios auto conclusivos, el autor nos narra las andaduras por el Japón feudal de este trío disfuncional. Tendrán que trabajar de cualquier cosa para poder comer, metiéndose en innumerables líos y trifulcas con extravagantes enemigos: yakuzas, estafadores y macarras varios.
Shinchiro Watanabe, antes de realizar este anime, deslumbró al mundo con una joya de la animación llamada: “Cowboy Bebop”. Las comparaciones son odiosas y éste es el mayor problema al que se enfrenta “Samurai Champloo”, que aun siendo un anime notable y (junto a “Ergo proxy”) el mejor anime del extinto estudio Manglobe, se queda en un trabajo menor.
La animación y el ritmo narrativo tienen un estilo estrepitoso, destacando sobre todo en los geniales combates la fluidez de los movimientos y las impresionantes coreografías, principalmente las realizadas por Mugen, que lucha como si se tratara de una batalla Break dance, pero con Katanas. Ésta amalgama única, incluso afecta a la banda sonora, que mezcla la música tradicional con el Rap y el Hip-hop.
La obra aquí reseñada, no tiene más pretensiones que ser molona y divertida, aunque también hay algo de hueco para el drama. Pero tampoco necesita ser algo más, consigue mezclar con maestría el Periodo Edo (1603-1868) con una corriente artística nacida en el Bronx (años 70), por lo que es una gran hazaña.
Calificación:
ANIMACIÓN 7,00
GUION 7,50
Nota media 7,25
P.D. Hace unos años, en una de las convenciones Otakus que se realizan en Oviedo, mi hermano y yo nos compramos una Katana cada uno, precisamente él se compró la Katana de Mugen.
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