RESEÑAS MANGA: Barrio Lejano

Una esperanza, un deseo, una voluntad, hay sensaciones que al crecer las automatizamos por inercia, y que al aplicarlas en nuestro día a día nos remiten a un tiempo donde solíamos batallar con mil emociones a la vez. Donde las horas, los minutos y los segundos cumplían un rol de desapego en nuestra concepción de la existencia. Todo pasaba como un torbellino, y no nos culpamos por no saber apreciar en ese entonces las pequeñeces, ya que a fin de cuentas todo era tan nuevo y brillante, aun habiendo situaciones que arrastraban rasgos más caóticos per se.

Pero una vez, una sórdida vez, nos vimos envueltos en una maraña de cambios, la inocencia dio paso a la conciencia, el asombro dio paso al criterio, la luz que hallábamos en cualquier estrato pronto se convirtió en un matiz de millones más. Nos fuimos alejando de la infancia, como nos alejamos del pasado, y del mismo modo que crecimos, lentamente destilamos hacia la adultez (división que en verdad no tiene un quiebre exacto). Los recuerdos se volvieron átomos que atesoramos en nuestra alma, la que a su vez sirvió de refugio para la docilidad que huyó despavorida de lo real. Todo aquello que enterramos, se volvió como un barrio, con sus casas en hilera, atravesado por un vendaval de memoria, un barrio lejano, repleto de gemas derruidas que todavía ansían brillar.

Tras esta pequeña reflexión personal, me gustaría avisar antes de comenzar la reseña que la misma contiene spoilers de la trama y de su resolución. Así que si no han leído el manga les dejo la sinopsis así pueden correr a fisgonear como es, que es cortito (2 tomos, aunque Ponent Mon sacó el año pasado una edición integral):

¿Quién no ha pensado nunca en revivir el pasado para corregir errores o cambiar algunas decisiones cruciales? ¿Esto cambiaría a mejor tu vida o las de aquellos que te rodean? ¿O las consecuencias de tus nuevos actos resultarían ser incluso peores? Ahora un hombre tiene la oportunidad de descubrirlo…
Hiroshi Nakahara se encuentra de regreso a casa tras un viaje de negocios cuando se percata de que, por error, ha tomado un tren que le conduce a su barrio natal. Sus pasos le dirigen de forma inconsciente hacia la tumba de su madre y, repentinamente, se ve catapultado a su infancia, con todos sus recuerdos y conocimientos de adulto intactos. Mientras se debate por encontrar un sentido a lo sucedido, los recuerdos acerca de su niñez le atenazan y comienza a formularse preguntas…
¿Volverá a desaparecer su padre sin dar explicación alguna? ¿Volverá a casarse con su mujer? Barrio lejano, de Jiro Taniguchi, es una reflexiva e inquietante historia concebida por un maestro de la narración en la plenitud de su carrera.

Y si esto no fue suficiente para convencerlos les dejo un MMV-tráiler que edité para la ocasión:

Personajes

Hiroshi Nakahara: Un hombre de 48 años anclado en lo cotidiano, quien tras llegar por error a su pueblo natal regresa a su adolescencia.

Yoshio Nakahara: El padre de Hiroshi, un hombre trabajador y amable, pero que un día decidió abandonar a su familia.

Kazue Nakahara: La madre de Hiroshi, quien tras el abandono de su esposo tuvo que llevar adelante a su familia.

Nagase Tomoko: Amor de la infancia de Hiroshi, en el pasado él no pudo hablarle, aunque esta vez intentará revertir esto.

El mundo interior

Hiroshi Nakahara es un hombre de rutina, y como tal, organiza su vida en horarios que posteriormente cumple estrictamente. Tanto el cambio físico como el viaje espiritual a su pasado se producen cuando surge una partición en su senda, cuando inherentemente inicia una peregrinación hacia su mundo interior, relegando de este modo sus pautas iniciales y aceptando al autodescubrimiento como una posibilidad devenida de la improvisación o de lo casual.

Regresar a su niñez infunde en él una relectura de lo ya vivido, notando con ojos experimentados tanto los errores como los aciertos que posicionaron ciertos ámbitos personales y de sus seres más queridos. Esta “nueva vida joven” poco a poco le demuestra que todo lo sucedido por más triste que fuera le hizo crecer, y sobre todo, lo convirtió en lo que sería en el futuro.

Los sueños y el adiós

El exilio metafórico hacia su juventud lo enfrenta cara a cara con el abandono de su padre. Es entonces cuando desesperadamente Hiroshi busca encontrar los complejos motivos que llevaron a este a dejar a su familia, pero lo que descubre es una introspección similar a la propia, una mente adulta ligada al pasado, conceptualización donde se brindan sueños que vamos resignando por el deber o porque las circunstancias nos llevan hacia allí. A medida que crecemos nos vamos llenando de responsabilidades, abatimos trozos que nos conforman para entregarnos a una familia, a un trabajo, a un más allá. Es verdad que en la vida siempre haremos cosas que no nos gustan, o que tal como decía Edward Elric: “Las lecciones que no traen con ellas algo de dolor no valen la pena”, pero Jiro Taniguchi plantea algo interesante respecto a esto: ¿Volcarnos plenamente a la obligación nos aísla emocional y socialmente? ¿O perseguir nuestros sueños es lo que lo consigue? ¿Es necesario abandonar nuestros sueños para vivir una vida plena? ¿O tenemos que dejar esa vida plena para vivir nuestros sueños?

Al encontrarse con una amiga de la infancia a punto de morir el padre de Hiroshi resignifica su propia vida, le otorga otro valor, se da cuenta que había otras cosas que quería hacer y que no pudo realizar por dedicarse a pleno a mantener y cuidar a su familia. Y al igual que el protagonista, su niño interior buscaba huir de la rutina, resquebrajar los arrepentimientos y tomar otro rumbo desde ese nuevo enfoque. Por eso se va, y con él se va la infancia de Nakahara, como un desligamiento que también corroe una metáfora sobre la madurez y la independencia del hijo.

Jiro Taniguchi logró hacerme llorar

La naturalidad con la que trata un tema tan profundo logró tocar mis fibras más sensibles, como a pesar del dolor la madre de Hiroshi ya suponía en su interior que su esposo la iba a dejar en algún momento, y como su propio hijo nota que el pasado no tiene que ser cambiado, porque este trae enseñanzas, pero sí analizado. Es un doble juego que a propósito nunca queda claro desde el inicio (ya que el intentar cambiar las cosas le ayuda a vislumbrar como su yo actual llegó a ser lo que era), pero que al final nos muestra en los pies del personaje principal una comprensión y hasta una identificación hacia su padre.

Hiroshi toma un rumbo distinto que el de su progenitor, porque si bien lo entiende y comparte su pensamiento, necesita diferenciarse, o al menos plasmar ese cambio con su familia e hijos, valorar aquello que en su infancia quería que su padre valorara.

Conclusión

Brillante manga, con una ejemplar narrativa, que en pocas páginas nos lleva a cuestionarnos la forma en la que interpretamos todo aquello que nos sucede, y que por lo tanto nos ayuda a figurar en nuestro ser que no hay sólo blancos y negros, también hay grises, aquellos olvidados en un barrio lejano.

Plural: 2 Comentarios Añadir valoración

  1. Bell dice:

    Se ve muy bueno debido a lo que has escrito es fácil darse cuenta que el autor refleja muy bien la madurez de los personajes, tambien abarca muy bien el desarrollo de la historia ya que es algo que se ve en la realidad, en la vida existe espacios en blancos y tambien hay gises, siempre hay intermedios. Sin duda los mangas de los 80 y 90 siguen trascendiendo en la actualidad y este es uno de ellos.
    Lo único que no me convence son las interrogantes que se plante Jiro Taniguchi, hay ciertas cosas de la vida que simplemente no tienen respuestas y serán contestadas solamente cuando se hayan hecho (ojo no para todos solamente para la persona que las a vivido porq cada ser reacciona de manera distinta a las vivencias) que para ese momento ya sera tarde para rectificarlas.

    1. Lecye dice:

      Hola Bell, perdón por la tardanza en responder, y muchas gracias por comentar ^^
      En cuanto a lo que mencionas, estoy totalmente de acuerdo, pero los interrogantes que plantea el autor no buscan respuesta. Su interés, creo yo, era germinar en el lector un cuestionamiento (por pequeño que sea) sobre la realidad en la que vivimos, algo de una índole más filosófica, extirpar preguntas que a su vez sean pie para formular más preguntas. Nos quiere hacer pensar cosas que muchos obviamos en el día a día, cosas que aunque nos duelan como conceptos, tras razonarlos con nosotros mismos, nos abren más caminos.

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