Cuando hablamos de Inio Asano, lo hacemos de un autor que no se caracteriza por el epicismo de sus obras, ni tampoco por las escenas de acción ni los combates heroicos del bien contra el mal, ni de personajes que se despiertan por la mañana preguntándose cómo cambiar el mundo o vivir una gran aventura.
Como autor, podríamos enmarcalor dentro de una corriente costumbrista donde se nos presentarían personajes ordinarios en situaciones de cada día, con unos intereses meramente cotidianos.
Si echamos una ojeada a su obra, vemos que las premisas de las que parte son siempre senciallas y simples; el mismo Asano subraya que no dedica más de veinte minutos a la construcción de una trama de manga por norma general. Esto no es necesariamente malo cuando vemos que de un seinen aparecen Solanin, Oyasumi Punpun, Sekai no owari yoakemae, Funwari otoko o Bakemono recchan. Y, encima, protagonizándolos personajes femeninos… ¿imagináis cualquier otro manga de este tipo y con las mismas premisas en lo que podría degenerar? (cof cof Gantz cof cof)… pero bueno, volviendo a lo que iba, lo que digo es que es más bien al revés, porque lo que convierte a Inio Asano en uno de los mejores artistas manga contemporáneos es facer que algo tan corriente, habitual y común, por ello, falto del exotismo de aquello inusual o atípico a lo que daríemos valor per se, atractivo para nosotoros.
Su desarrollo es lento y posado, lo que podría resultar pesado a cierto público, porque no te demanda la atención constantemente con giros inesperados, nuevas transformaciones definitivas de enemigos, escenas inverosímiles de sexo con tetas al aire (cof cof Gantz cof cof), ni nada por el estilo. Asano siempre da prioridad al desarrollo dramático de la historia y los personajes por encima de cualquier tipo de acción, concediéndole el peso del guión a las relaciones que mantienen los y las protagonistas con el mundo que los rodea. Creando emociones desde el interior.
¿Cómo encaja un autor así haciendo una obra de ciencia ficción?
Dead Dead Demons Dededededestruction es el primer contacto de Inio Asano con ese género. Y es muy interesante. Para situarnos, nos muestra Tokyo tres años después de la llegada de una gigantesca nave espacial de una civilización extraterrestre a la Tierra. Los habitantes de la ciudad no solo saben de su situación, sino que conviven a diario con la presencia imponente de un ovni flotante sobre ellos.
Por esa sinópsis podríamos estar hablando de V: The visitors, Disctric 9, Independence Day, The Arrival, The Day the Earth Stood Still y ciento y pico más. Vamos, que no es que sea el pionero del género. Pero, como ya dije sobre en lo que era bueno Asano, es en facer que una historia mil veces vista tenga algo con lo que contribuir al género a la par que se aleja de clichés y estereotipos.
Las protagonistas principales de la trama del manga son Kadoda y Ontan. No son heroínas. No están destinadas a salvar el mundo ni a ser guerreras o pilotar naves espaciales en combates interestelares.
Son niñas.
Asano hace un trabajo admirable a la hora de caracterizarlas como adolescentes a punto de comenzar una etapa, la adulta, y todo lo que ello conlleva. Su fuerte reside en enseñarnos a mirar a través de sus ojos y hacer que nos las creamos. El avance tan lento es vital para empatizar con ellas (tarda sus buenos 24 capítulos en terminar con las presentaciones y dar un paso más), de entender su angustia vital, de cómo se enfrentan al proceso de madurecer, para comprender la forma de cada una de ellas de afrontar el vivir en un mundo en el que los medios de comunicación, redes sociales y sistema político oscureces todavía más la perspectiva de futuro, que ya de por sí es incierto, tres años después de la aparición de la nave espacial.
Kadode es el espejo de todo eso, de esa mentalidad, de esa impotencia, porque no sabe lo que quiere, ni sabe quién es, ni entiende el motivo de ello o cómo alcanzarlo. No hay contexto que se lo permita, con una familia disfuncional y con la promesa de destrucción masiva de la nave espacial, bien visible encima de la ciudad. Lo demuestra desde el comienzo en su primera aparición –donde ya destaca el lenguaje visual de Asano–, y lo remarca con la problemática relación con Naoki, su antiguo profesor de instituto, a lo largo de la serie. Isobeyan, un ejemplo de metaficción, inspirado en la estética de Doraemon, introduce aspectos del argumento en una especie de caricaturización de la relación Doraemon-Nobita que, en un estadio más adulto, va a tratar Asano con Kadode, Ontan y el alien que conocen (gorrocóptero incluído)
En lo relacionado con Ontan… bueno, no hay palabras para definir a un personaje tan singular como ella (y a Hiroshi, su hermano). Al comienzo quizás pueda parecer bastante paranóica e infantil (patente en sus temas de conversación y expresiones faciales), pero, a continuación, vas descubriendo que es una conducta de defensa ante una realidad por la que se siente superada, a la que le tiene miedo y, a veces, no soporta.
Es un regalo increíble leer sus interacciones y reacciones; tanto es así que hay momentos, especialmente cuando está con su grupo de amigas, en los que te olvidas del resto del mundo y lo único que quieres es dejar que sean ellas mismas. Llenan las páginas con su presencia de tal manera que, cuando avanzas suficiente en la trama, esa sensación de lentitud que puede uno tener por causa de ese desarrollo tan posado de Asano, desaparece y puede llegar a ser frenetico.
¿Por qué? Pues porque, conforme vamos terminando de conocer a las protagonistas principales de la historia, Asano se siente lo suficientemente seguro como para introducir otros protagonistas secundarios que van a ser nuestros ojos en otros escenarios y con los que desarrollará aspectos diferentes de la sociedad. Takemoto, que llega desde Futaba con Tainuma, mediado el manga, van a introducirnos en el activismo pro-derechos de los extraterrestres, y va a chocar contra los comandos que se adentran en las zonas prohibidas para asesinarlos sin piedad.
Así se nos muestra otra característica importante de todo esto, enseñándonos otra parte del lienzo que conforman las pinceladas independientes que son los persopnajes en sus propios ámbitos: la político con los extraterrestres y la naturaleza de la sociedad humana capitalista. Si nos moviésemos en los parámetros clásicos del género, los extraterrestres serían la principal amenaza para la subsistencia de la especie humana, y la trama autojustificaría y glorificaría la violencia, haciéndola único medio viable para sobrevivir. Sin excepción. De hecho, ese es el leitmotiff de la mayoría de series o películas del género.
Asano no tiene ningún reparo a la hora de hacer lo que tenga que hacer con los personajes para mostrarnos escenas de violencia, pero tampoco tiene piedad cuando quiere hacernos conscientes del sufrimiento que de ella se deriva. Aquí no es genérica, ni aséptica, y cada acción conlleva una respuesta que afecta a nivel dramático al carácter de las protagonistas.
Cuando un personaje muere, se siente como real. Me sorprendí a mí mismo volviendo a releer los tomos anteriores cuando, sin preverlo, el manga me anunció la muerte de un personaje. Quería asegurarme de que era verdad. No lo creía. Lo primero que pensé fue en que me salté alguna página sin darme cuenta, y no caí en la cuenta de que tal personaje iba a morir. Busqué una posible despedida velada, un presentimiento de alguien… ¿os acordáis de la primera muerte de Krillin? Goku hubiera olvidado el bastón del abuelo donde el torneo y él se ofrece a ir a buscarlo. Goku lo mira irse corriendo, extrañado, con el presentimiento de que no va a volver a verlo más. Y, entonces, siente en su interior la voz de Krillin llamarlo. Cuando llega, Krillin murió. Sin embargo, la muerte aquí nos llegó como una muerte real. Y como tal, tuvimos que digerirla igual, como si nosotros fuésemos un persona más.
Después, la vida siguió. Ellas siguen creciendo.
Tampoco hubo culpables, por lo menos no como Tambourine en Dragon Ball. Es difícil culpar a los extraterrestres, que aún no pueden mover la nave, pero esto también es interesante. No son seres brutales, ni violentos, ni imponentes. La primera vez que los vemos, muy avanzado ya el manga porque, como dije, los protagonistas no están en primera línea de guerra, no son lo que esperamos. Los primeros contactos son con mini naves que se separan de la nave nodriza y que derriban… ¡niños con piedras del suelo!
Pero ¿por qué los odian? Esta pregunta podríamos hacérnosla a nosotros mismos. La cosa es que el gobierno de Japón y de los EEUU se dedicaron a sacar adelante unos programas de propaganda anti alien que hunden a la población en el más absoluto temor a ser atacados y borrados del planeta por seres a los que nunca se cruzaron. El objetivo es hacer constante ese temor, conseguir la estabilidad social manejando su miedo contra un enemigo desconocido, que habla una lengua que no pueden entender, un enenmigo que parece ser invencible y tan descomunal como la nave espacial.
La guerra es rentable; es explícito en extremo Asano hablando de cómo crece la industria armamentística en Japón y de la bonanza económica que están viviendo con las máquinas de guerra que lanzan misiles a distancia. Too esto cola clas política en continua campaña. La guerra es rentable si es constante, y así te lo dicen.
Imagino que es intencionado el hacer a los soldados y a los políticos con un aspecto cómico, que parecen como tontos, cuando, lo natural, es que estos, eternos héroes de estas películas, deberían ser el epítome de la virilidad protomasculina, bien proporciondos y, por supuesto, guapos. Deberían ser la fantasía de poder que representan, pero no.
Se agradece que la primera escena en la que somos cómplices del asesinato de unos aliens no sea propia de una película de acción. Y más, teniendo en cuenta que los alien tienen la apariencia de niños… nos los encontrmaos escondidos de los soldados, a una pareja, abrazada por el miedo. A continuación, el soldado dispara. Es desagradable ver la sangre y cómo el alien superivivente llora intentando despertar a su compañero, al que acaban de volarle la cabeza.
Esa misma escena vuelve a la mente del soldado más adelante, atormentándolo, mientras que, de fondo, se escucha el discurso apologético de la violencia, llamando a los alients monstruos, asesinos, la desgracia del país, y termina cola equiparación, por parte del soldado, de unos (con la idea que tienen ellos de) los otros.
Todavía no terminé de leer el manga, que tampoco está completo, pero me gusta mucho la expectativa de ver cómo resolverá esto Inio Asano, y las implicaciones personakes que tendrá la violencia por la violencia, especialmente cuando descubramos qué ataque planean los aliens como medida desesperada contra la violencia del estado. Especialmente en la trama de Takemoto, partidaria de la línea no violenta para defender los derechos de los aliens, y la de Ontan, Kadode y el chico de garrocóptero.
La obra claro que tiene aspectos negativos, como los de la trama del novio de Kiho, que es demasiado obvia y forzada, especialmente en los últimos capítulos, y tiene un proceso de extremización demasiado poco creíble. Pero, con todo, me parecen poco reseñables en comparación con todo lo bueno que tiene que ofrecer. Quizás, cuando esté terminada, cambie de opinión, pero en ese momento podré verla como un todo acabado, aunque las obras de Asano tiendan a no cerrarse en términos absolutos, sino como un proceso, cosa que me parece un acierto en toda regla.