El techo. La invención. Materia, sujeto centelleante. El tropo. Salir del contenido. Desintegración… y la claridad… mi topogénesis. El sí. Primera fase. No soy un manifiesto. Él. Por mi mismo. El no. Primera fase. Subrayo una y otra vez. Respuesta positiva. Relativo. Grises y más grises deformando la precisa estructura de la periferia de mi inaccesible campo exploratorio. Análisis sintáctico, ¿para qué?, ¿por qué? Respuesta negativa. No lo sé. Segunda fase. Delimita, restringe. Imperfectamente incompleta. Su mundo sensible. Mi submundo oculto asimila la totalidad de los límites prefijados. Segunda fase. Me declaro dual. Rompo los muchos y los convierto en perennes y bellos síes.
Una neurona sumergida en nylon. Toda la semántica se vuelve liviana. Axiomas encuadernados. Una rebelión sintética. Una revelación patética. Lucho contra una fatiga invasiva. Escudriño en una simulación interna: imágenes, sensaciones, texturas. Es como una hoja de cálculo eterno. Una floreciente fanfarria frenética llega a mis oídos. Miro hacia el cuaderno y me incorporo lentamente. Un milisegundo. Un flash. Un microinstante tan fugaz que casi da miedo pensar en la futilidad de mi encuentro con el límite entre mi mente y la realidad.
El abismo en el espejo. Despierta el intocable. Una emoción fugitiva. Usted-ismo. ¡Fuera de aquí!. Fragmentos reconstruidos. Un susurro impoluto ronda por los entuertos de mi memoria. Un espacio nocturno y vencido por la ausencia. La extensión del verso. Las líneas se diseminan en la página, en una caída libre, en una frase única. El presente desplazado. La infinidad mutante del sujeto. Usted-ismo. Dentro. Un estallido rítmico. ¡Aboliré el volumen!, ¡regularé el objeto!. Ensayo un desconcertante golpe en la mesa que disemina el blanco liminar de la inmaculada hoja de papel. Usted mismo.
Este texto es una hipotética página de un hipotético diario del artista japonés Tetsuya Ishida
Tetsuya Ishida, fue un pintor japonés. Nació en Shizuoka en el año 1973 y murió en 2005 a causa de un terrible accidente de tren. Muchos son las voces que sugieren que este accidente ferroviario fue en realidad un suicidio. Supongo que nunca llegaremos a saberlo. Sin embargo su legado pictórico, su crítica a la sociedad actual y más concretamente a la japonesa siguen más vigentes que nunca a través de su particular visión de nuestro mundo. Creó un micro universo en el que el individuo cosificado. El individuo víctima de si mismo. El hombre y la mujer como objetos, como engranajes desprovistos de elecciones y opiniones propias. Máquinas que repiten una y otra vez, en bucle, una tarea determinada, única. La última parada de la era tecnológica somos nosotros mismos convertidos en herramientas, en un motor que se enciende y se apaga a antojo de quienes nos controlan, nos alienan y nos mantienen atrapados en una cadena de producción mientras nosotros pensamos que somos libres.
