A menudo hablamos de un libro, de una pintura, de una escultura o de un cómic, como “obra maestra”. Sin embargo todas y todos nos ha dado por pensar en alguna ocasión que este término se utiliza con demasiada frecuencia y está muy manido. Si embargo, si nos vamos a la etimología del término, viene del latín magnum opus, que significa “gran obra”.
Naoki Urasawa, mangaka japonés a lo largo de los últimos años, nos ha regalados unas cuantas obras que podrían calificarse de grandes obras, lo que para muchas y muchos son “obras maestras”
En este contexto, su obra “Monster”, además de ser una gran obra es una obra maestra. Si tuviera que hacerme tres preguntas después de leer y ver “Monster”, estas serían: ¿De verdad existen los demonios? ¿Los monstruos nacen o se hacen? ¿Qué define a un monstruo?.
Monstruo proviene del latín monstrum, que a su vez se derivó del verbo moneo, que significa recordar, advertir, instruir o prevenir y denota que hay algo extraño o singular, algo que va en contra del curso de la naturaleza y que alerta los dioses del mal. Es decir, el monstruo está asociado a lo maligno, a aquello que va contra los valores morales o cuya existencia inspirar terror o repugnancia.
Porque, para Urasawa, el monstruo no es necesariamente un ser repulsivo físicamente o poco agraciado. No es un Frankenstein. No es una quimera. No es un ser que atente contra lo dioses. No, Johan (el verddero monstruo) es hermoso. Es inteligente. Es seductor. Es carismático. Es casi perfecto.
Entonces, usa un extraordinario recurso para explicarnos lo que implica ser un monstruo: Obluda o El Monstruo Sin Nombre. Un cuento infantil, que nos aclara todo y que termina por sostener los argumentos expuestos por el autor.
El Monstruo Sin Nombre es la base de los cimientos de Monster. Es una historia que podemos aplicar a casi todos los personajes. Monster tiene un importante simbolismo en cuanto al impacto de perder, ganar y cambiar las identidades, ya que está vinculado a nuestras necesidades básicas de la familia y nuestras necesidades como seres humanos para buscar interacciones de expresión que nos validen. Nuestra humanidad revela esta idea de que los humanos somos moldeables, y que existe una libertad engañosa para no tener nombre (ataduras morales), cuando de hecho es aislante.
En una historia que ya trata sobre la pérdida de uno mismo que conduce a los monstruos creados en las personas. Con dibujos algo perturbadores, Urasawa nos da la representación tradicional del monstruo para explicarnos que los monstruos en la vida real son simplemente seres humanos.
La historia de “Monster” gira en torno a una premisa básica: el bien despierta el mal. Hacer lo correcto en determinadas ocasiones, como pasa en la trama del manga lleva al protagonista (médico cirujano) de la historia a elegir entre hacer una invención al alcalde la la ciudad en la que reside o salvar la vida de un Nilo huérfano a punto de morir a causa de un disparo en la cabeza. Sin pensarselo dos veces, el Doctor Temma, apuesta por la vida de un niño desaparcado que tiene toda la vida por delante frente a un político que dona dinero al hospital en el cual el japonés afincado en la Alemania pre caída del Muro de Berlín trabaja.
Su jefe directo y muchos de sus compañeros, consideran que la acción de Gemma es una rebelión contra el orden establecido. Una falta grave que debe tener consecuencias en su día a día como cirujano. Un hospital que antepone el dinero y la reputación antes que a las y los pacientes . Por el contrario, Tenma, con una empatía especial y una asertividad fuera de lo común, muestra su firme convencimiento de que el no es únicamente un investigador, también es un médico, un cirujano que debe velar por la salud de sus pacientes, ayudarlo tanto a la hora de operarlos como de acompañarlos y y cuidarlos para que se recuperen sin prisas pero sabiendo que tendrán una vida infinitamente mejor que la que tenían antes de llegar al hospital.
Los “errores políticos” de Tenma lo llevan a ser relegado como jefe de cirugía a ser un mero cirujano al que sus compañeros llegan a vilipendiar a acosar y a obviar su buen hacer como profesional y como persona.
Urasawa ha declarado en diversas entrevistas que la literatura europea ha influenciado su trabajo y entre sus autores encontramos a escritores alemanes como Hölderlin, Heine, Goethe y Rilke. Tal vez por eso decidió que Alemania le daba el escenario ideal para desarrollar esta historia.
Probablemente Urasawa vio en el contexto de este país otrora divido todos los elementos para indagar sobre la humanidad y el mal. No por nada la historia arranca cuando aún hay muro de Berlín y el desarrollo se da en una Alemania ya unificada, buscando curar las heridas, con cicatrices aún dolientes. Los países del bloque socialista durante la Guerra Fría se les ha acusado de ser regímenes que atentaron contra los derechos humanos (no es que el otro bando haya sido muy diferente). Así que con la caída del Muro, muchos horrores y atropellos cometidos comenzaron salir a la luz. Pesadillas de viejas instituciones que se niegan a morir, aún en el nuevo orden. Y es aquí donde entra el genio de Urasawa para dar cohesión al devenir del mundo en esos años y Monster. Mientras Tenma viaja por Alemania es busca de Johan, vamos conociendo sobre el génesis del monstruo. Y una de las razones podría estar en Kinderheim 511, un orfanato de Alemania del Este donde se alojaba a los hijos de criminales (“criminales”, por supuesto, también incluye a disidentes políticos en Alemania del Este) y donde los funcionarios estatales realizaron experimentos con ellos. Urasawa retoma esta idea de Lebensborn (significa fuente de vida), un programa nazi para el que secuestraron cientos de miles de niños de las actuales Rusia, Serbia, República Checa y Polonia, para convertirlos en “verdaderos arios” y así crear una raza pura.
La naturaleza de estos experimentos no se explica a fondo en el anime (ni en el manga), pero está claro que Johan (aquel niño que Tenma salvó la vida), ya sea por los experimentos o por algo innato, fue el gran “éxito” del orfanato. Se supone que organizó una masacre en el orfanato en el que casi todos fueron asesinados. Y es que Johan tiene un don: manipula a la gente detrás de las escenas, y rara vez se ensucia las manos. Es lo que lo hace tan esquivo. El mangaka aprovecha para tejer su historia con el acontecer histórico de aquellos años. Johan se insinúa en el círculo interno de una figura financiera importante e inspira a toda clase de extremistas políticos a la acción. Así que tenemos alemanes de ultraderecha, haciendo lo que ellos piensan que es la voluntad de Johan, como intentar quemar la sección turca de la ciudad, por ejemplo. Pero ese no es realmente el punto de la serie. Obviamente, al principio estamos destinados a creer que Johan es el monstruo del título, pero Urasawa, con cierta habilidad, demuestra gradualmente que Johan, a pesar de todos sus talentos, podría no ser el único.
Pareciera que los aspectos políticos de Monster no tienen un peso en la historia. Además de Alemania, el mangaka eligió a la desaparecida Checoslovaquia, cuyo contexto era el de un país que acababa de dejar el bloque socialista y estaba al borde de la disolución. Entonces, es una nación con un ambiente políticamente tenso, en el que el gobierno tiene que dejar sus antiguas maneras para buscar salvar lo que queda. Y en el centro de todo, está Johan. Es que la relevancia de este contexto lo que nos ayudan a entender algo fundamental de lo que plantea Urawasa: ¿es el entorno el que determina la creación del monstruo? ¿O el monstruo existe en cualquier parte bajo cualquier contexto? En última instancia, no es importante que Johan haya crecido en un orfanato de Alemania del Este. Podría haber sido en cualquier parte. Y eso es lo aterrador.
La determinación y la obsesión son a menudo indistinguibles. Son dos fuerzas que nos motivan e impulsan nuestros actos, pero la línea divisoria entre ambas puede ser muy delgada.
Lo que motiva a la mayoría de los personajes en Monster es su feroz determinación que limita (y con frecuencia cruza la línea) con la obsesión. A menudo, su ira o falta de voluntad para admitir la verdad, ciega su pensamiento y nubla su juicio. Para algunos personajes secundarios, esto significa un punto de no retorno. A otros, los arrastra a través de una tenebrosa oscuridad que va restando las posibilidades de redención. Esto afecta a casi todos los personajes importantes, y describe mejor las constantes luchas morales de cada uno de ellos.
Por ejemplo, el Detective Lunge es el encargado de resolver los asesinatos. Su supuesta determinación por demostrar la culpabilidad de Tenma se transforma en obsesión cuando descuida a su familia al punto que lo abandonan y a él parece no importarle.
O el propio Tenma, cuya determinación por encontrar a Johan lo lleva a través de toda Alemania. A pesar de cargar con el estatus de criminal buscado por la justicia, eso no lo evita ayudar a los demás, que logran ver al hombre inocente. Un hombre inocente, amable y noble, que ha sido condenado por el diablo gracias a esa nobleza.
Y sin embargo, ese hombre noble e inocente sigue el rastro de Johan, no sólo porque esté interesado en limpiar su buen nombre de los asesinato, no. Lo que busca es exponer las acciones de Johan. Un acto que parece poco lógico, que sólo puede derivar de la obsesión. Una obsesión que tiene como objetivo poner fin a la vida que devolvió, ir en contra de su verdadera naturaleza como médico y convertirse en el asesino que dicen que es.
Porque, en Monster, Urasawa juega con ese concepto maniqueísta del bien y del mal. ¿Es todo blanco y negro? ¿Nuestras motivaciones como humanos parten de dos opuestos? ¿No hay punto medio? ¿Somos capaces de discernir la bondad de la maldad? Y es en esa determinación obsesiva de los personajes que vemos que no todo es tan simple, y que los matices de grises están presentes.
Todo lo anterior hace que Monster sea, durante sus 74 episodios, un anime cargado de tensión emocional, de misterio, de ambigüedad. Al despojar a su historia del maniqueísmo, Urasawa nos lleva hacia la indeterminación, a la duda, a las ineludibles preguntas. ¿Qué motiva a Johan? ¿Es Johan Liebert un demonio? ¿Tenma se despojara de su moralidad para cruzar hacia la frontera sin retorno? ¿Vale la pena la cacería del doctor? ¿Nina (o Ana) es inocente o también tiene algo del monstruo en ella?
Cada nuevo personaje, por menor que sea su participación, cada nueva locación y cada nuevo descubrimiento nos lleva a más preguntas. Cada misterio resuelto, abre la puerta a otro. Y cada paso que dan nuestros personajes nos hace plantearnos nuevas preguntas.
El ritmo del anime es el ideal para nunca bajar el nivel de tensión. Incluso en los momentos más distendidos, la presencia -u omnipresencia- de Johan se percibe. Porque Johan es más que un personaje, es una representación de todo aquello que nos incomoda, que nos inquieta, que nos horroriza. Es el monstruo que nos hace dudar de nuestra propia humanidad.
En ese sentido, Monster es brutal. No se corta a la hora de mostrar la realidad de nuestro mundo. Y está en el cuerpo magullado de Dieter y el rostro ensangrentado en manos de su abusador. En la prostitución de una pequeña comunidad turca donde se cometen delitos de odio. Monster no se detiene cuando muestra la facilidad con la que se puede descartar la vida. Es un hecho que no podemos eludir, aunque queramos desviar la mirada.
Ese nivel de horror, de violencia suele estar en manos de matones y criminales. Sus muertes de son frecuentes y se acumulan por el camino que transita Johan y que Tenma sigue. Es posible que esas muertes no sean tan significativas o desagradables en comparación con la pérdida de esas vidas inocentes, pero deberían serlo. A veces estas muertes se enmarcan de tal manera que nada es sin consecuencia. Otras veces, alentamos su eliminación… algo terrible cuando lo reflexionamos.
Pero en última instancia, hay una inmundicia en Monster que es más que deplorable. Vagabundos callejones, destellos de abuso infantil y asesinato. Utiliza esta inmundicia para maximizar el impacto. Hay escenas bañadas por la lluvia, pantallas oscuras, gritos de personajes, sangre, escenarios lúgubres. Al mismo tiempo, el uso cuidadoso de estos elementos no es tan sutil, ni las escenas siempre se cortan para dejar que la imaginación vuele. La atención se centra siempre en como de aterrorizados están los personajes cuando tropiezan con estos actos. Lo podemos ver en sus inflexiones, reacciones y ojos llenos de terror, lo que hace que la inmundicia sea intencional, difícil de limpiar y completamente aterradora.
Es entonces cuando nos damos cuenta que lo más retorcido de Johan es que él podría ser cualquier persona. No importa su nacionalidad, su origen o su contexto. Al internalizar e interpretar sus circunstancias se dio cuenta que podía explotar la desafortunada y corrupta naturaleza de los humanos. Se las arregla para ser simpático y así exponer que la única igualdad entre humanos sólo es posible en la muerte. Él es una prueba de que los humanos pueden ser cualquier cosa, y quizás lo que Monster realmente nos enseña es que todos tenemos la propensión de convertirnos en demonios, en monstruos.
Hay mucho más que explorar en Monster. Esto sólo un poco del riquísimo contenido que tiene. Sus personajes con constantemente puestos a prueba por sus circunstancias y por sus decisiones de vida, como nos pasa a todos en nuestro día a día. Y, al acabar de verla, no podemos dejar de pensar que sólo basta una mala decisión para que el monstruo despierte para devorarlo todo. Escalofriante.
AMV sobre Monster, de Naoki Urasawa
Vídeo poema sobre Monster, de Naoki Urasawa